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Cómo la adolescente Juliane Koepcke sobrevivió a un accidente de avión (y la selva del Amazonas)

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Cómo la adolescente Juliane Koepcke sobrevivió a un accidente de avión (y la selva del Amazonas)

Atada a bordo de los restos de un avión que se precipitaba sin control hacia la Tierra, Juliane Koepcke, de 17 años sobrevivióa tormenta que había destruido el avión en el que viajaba.

La fila de asientos a los que Juliane y el resto de pasajeros giraba en el aire mientras caía. Por suerte para Juliane se despertó atada a su asiento en medio de la jungla.

Era el día de Navidad del año 1971, y Juliane, había sobrevivido a una caída de 3.000 metros a la Tierra con heridas relativamente leves. Si la suerte de sobrevivir a un accidente aéreo es infinita, estrellarse en medio de una jungla de Perú plagada de serpientes venenosas, mosquitos y arañas, no ponía la situación mucho más fácil.

De origen alemén, Juliane se crió en la selva peruana de la que ahora tenía que escapar. Su padre, Hans-Wilhelm Koepcke, era un reconocido zoólogo y su madre, Maria Koepcke, era una científica que estudiaba las aves tropicales.

«Aprendí mucho sobre la vida en la selva tropical, que no era demasiado peligrosa», ha comentado Julianne en diferentes ocasiones, «No es el infierno verde que el mundo siempre piensa».

Ubicada en la segunda fila desde atrás, Juliane tomó el asiento junto a la ventana mientras su madre se sentó en el asiento del medio. Y al cabo de 15 minutos de vuelo, sucedió el accidente debido a una tormenta.

“Estaba afuera, al aire libre. No había bajado del avión, el avión me había dejado a mí”.

Una vez en el suelo de la jungla, después de despertar, Juliane evaluó sus heridas. Confundida por lo sucedido, supuso que tenía una conmoción cerebral. Su clavícula también estaba rota y tenía cortes en el hombro. «Me quedé allí, casi como un embrión, durante el resto del día y toda la noche, hasta la mañana siguiente».

«Reconocí los sonidos de la vida silvestre de Panguana y me di cuenta de que estaba en la misma jungla», recordó Juliane. «No había casi nada que mis padres no me hubieran enseñado sobre la jungla. Solo tenía que encontrar este conocimiento en mi cabeza nublada por la conmoción cerebral».

Juliane se levantó del asiento del avión. Recordando los consejos de sus padres se adentró en la selva que estaba en medio de su temporada de lluvias, por lo que llovía sin descanso. «Mucho de lo que crece en la jungla es venenoso, así que mantengo mis manos alejadas de lo que no reconozco», escribió Juliane.

Estaba quemada por el sol, hambrienta y débil, y los días se iban sucediendo.

«Gotas heladas caen sobre mí, empapando mi delgado vestido de verano. El viento me hace temblar hasta la médula. En esas noches sombrías, mientras me acurruco debajo de un árbol o en un arbusto, me siento completamente abandonada», escribió.

Al onceavo día despertó con el sonido de las voces de unos hombres que «Pensaron que yo era una especie de diosa del agua, una figura de la leyenda local que es un híbrido de un delfín de agua y una mujer rubia de piel blanca», dijo.

«Mi nombre es Juliana». le dijo en español, idioma que le habían enseñado sus padres.

El tiempo ha pasado y Julianne creció y se convirtió en una científica reconocida por su estudio de los murciélagos.

«La selva es una parte de mí tanto como el amor por mi esposo, la música de las personas que viven a lo largo del Amazonas y sus afluentes, y las cicatrices que quedan del accidente aéreo», ha reiterado en diferentes ocasiones.

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